Por: Institución Cultural Pachayachachiq
Ayer hubo en Lima 40 incendios producidos por artefactos pirotécnicos y un joven murió en el distrito de Independencia producto de la explosión de un arsenal de pirotécnicos que llevaba imprudentemente en la mochila. Sin contar los millones de animales afectados por el estruendo de estos peligrosos artefactos, frutos de una fiesta consumista e irresponsable.
Por otro lado: En España, Grecia, y otros países en crisis, la «navidad» no fue tan bonita que digamos: Escasez y precariedad es lo que se vio.
La crisis y la recesión que lleva ya cinco años, y que no muestra hasta hoy, signos visibles de una pronta recuperación, se debe, aunque lo economistas lo nieguen: Al estilo de vida insostenible que promueve el consumismo capitalista.
Simplemente para que la población mundial tenga el mismo nivel de consumo que Europa hacen falta 2.5 planetas, que por supuesto no tenemos. Los recursos no renovables se están agotando, y los renovables, también se agotan por sobre-explotación.
Es que no podemos seguir viviendo en una sociedad del despilfarro sin control, como si el planeta fuese un territorio abundante y sin fin, los recursos son finitos, y escasos. Lo aprendieron así nuestros ancestros incas.
Una de las razones de la productividad social de los Incas y su sistema comunitario de redistribución social se debió a que el territorio de los Andes, es un territorio muy difícil para vivir, las heladas, las montañas sin tierra llana, la altura, el frío, y la escasez de animales y tierras de cultivo, hicieron que el hombre andino aprendiese a aprovechar y a cuidar cada parcela de tierra y cada laguna o río, considerados sagrados y prohibidos de violentar.
Es que los incas aprendieron con siglos de anticipación que la tierra y los recursos de la tierra deben ser utilizados responsablemente, la raíz de tal comportamiento está en la singularidad de la cosmovisión indígena.
La Pachamama es Madre, el Sol es Padre,los Apus son Abuelos y las estrellas son Abuelas, los animales son hermanitos menores y los árboles hermanos mayores. El profundo respeto por la madre naturaleza y la sacralitud de las lagunas, ríos, montañas y selvas llevó a formar nuestra mentalidad andina.
Creo que Europa y los Norteamericanos pueden aprender esto, no se trata de vivir con menos, se trata de no destruir el equilibrio de la Pachamama, agotando sus recursos en gastos inútiles, que no aportan nada al equilibrio social de los seres humanos y reportan mas perjuicio que beneficios. Que cuando muera el último árbol, sabrán que el dinero no se puede comer.
Necesitamos desmonetarizar la sociedad, y bajar el nivel de consumismo. Que lleva a producir una infinidad de productos de baja calidad y de corta duración. Parafraseando a Pepe Mujica, un foco dura 1000 días, pero hay focos que duran 100 mil días, pero esos no se pueden vender, porque duran mucho y lo que se necesita es hacer focos que duren poco, para que el mercado siga vendiendo y vendiendo en una rueda sin fin.
Estoy seguro que el 60% de productos que compramos realmente no lo necesitamos. Ese comercialismo desenfrenado e insensato, es el que esta destruyendo a la madre tierra, pero también los está destruyendo por dentro: Los alimentos industrializados son la causa principal del cáncer, la diabetes, gastritis, osteoporosis, aterosclerosis, y una larga lista de enfermedades, producidas por la contaminación ácida a nivel celular.
Y también esta destruyendo a nivel mental: La delincuencia, la violencia, la drogadicción, la inmoralidad son consecuencias de los programas basura, la falta de valores, la exposición a la hiper-sexualidad y el placer hedonista, individualista, superficial y egoísta, que las grandes campañas de marketing venden a la población todos los días del año.
Sin embargo, todavía no es tarde, nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo, el primer paso empieza por descontaminarnos en tres niveles: personal, colectiva y ambientalmente.
En lo personal contaminar nuestra mente y nuestro cuerpo, de toda la contaminación visual que el marketing y las transnacionales nos han vendido como estilo de vida, del control social de los gobiernos, del control mental de las ideologías religiosas. El hombre de hoy, no es libre, mientras su mente no pueda pensar libremente.
La descontaminación de nuestro cuerpo pasa por abandonar la voracidad consumista de la comida chatarra, los alimentos industriales procesados, con conservantes, colorantes, preservantes, transgénicos, probióticos y hormonas, Que están matando poco a poco y disminuyendo la calidad de vida en aquellos países en que la salud médica se ha convertido también en un negocio transnacional.
La descontaminación colectiva, de los valores, de la familia, de las relaciones humanas, hay que quitarnos de la cabeza aquella idea de que hemos venido a competir, en quien tiene menor casa, mejor carro, en quien gana más, en quien tiene mucho o poco, esa mentalidad es la causa de la desigualdad en el mundo y de la pobreza.
No hemos nacido para competir, hemos nacido en el mundo, para intentar ser felices, podremos ser diferentes en todos los aspectos, pero la felicidad la compartimos todos. Todos queremos ser felices, y la mejor manera de conseguir la felicidad, es a través de la solidaridad humana, la reciprocidad, la ayuda mutua, el amor y el respeto. Son estos valores y no los otros, los que debemos aprender y practicar.
La descontaminación ambiental pasa por cuidar a nuestra Pachamama, el ser humano que siente placer en torturar animales (corridas de toros, caza deportiva), o divertirse a costa de ellos (circos, entretenimiento) o en contaminar irresponsablemente los lugares vírgenes de la Madre Tierra, es un ser deshumanizado, que ha perdido su conexión espiritual con la Pachamama.
Dicen los abuelos que todos estamos conectados, por los hilos de una araña cósmica, cuando el hombre quiso ser más que la Madre Tierra, y se creyó con derecho a heredar la tierra, poblarla, y sojuzgarla, fue cuando perdió su conexión con la Montaña, las Selvas y los Seres Vivientes y Cósmicos.
Recuperar ese amor primigenio y natura es fundamental, no se trata de decir “Hay que preservar esto porque nos servirá en el futuro” Sino de decir “Ningún hombre sobre la tierra, es más ni menos que una hormiga, o un águila, un ciervo o un pez” Somos hijos de la Pachamama, y hay que respetar sus espacios, pues dependemos de ellos, por qué al extinguirlos, se extinguirá también el hombre.
Pero al regenerarlos, regenera también la humanidad, y sana la Madre Tierra, una madre tierra sana, un estomago sano, un cuerpo sano, una mente sana, y unas relaciones humanas sanas, son el principio del amor y de la felicidad humana, lo más importante en la vida, no tiene etiqueta de precio.
Haylli Pachamama.
Qhapaq Amaru.